Me sorprende ver como hay personas que buscan la manera de trabajar «lo justo» y algo menos si puede ser, pensando ser increíblemente inteligentes.

Quien siembra vientos, recoge tempestades

Estas personas no ven más allá de lo que alcanza su vista y además son ingenuos, considerando que otros pueden no darse cuenta de lo que se pretende, cuando en realidad este tipo de actitudes se ven rápidamente. ¿Sabéis por qué? Porque estas personas no brillan por sí mismas y no hacen brillar a los que están a su lado. Las personas que destacan brillan, lo que hace que las sombras estén más resaltadas.

La visión del corto plazo al hacer «lo justo», sin que «nadie se de cuenta», es una mentira que se paga a largo plazo. Se cierran puertas a sí mismos.
Los compañeros directos dejan de tener ganas de trabajar con estas personas, y lo que es aún peor, los compañeros de otros equipos no quieren que alguien así esté a su lado, pues nos les aportan nada bueno. Pero la principal preocupación es, ¿cómo no se dan cuenta de que así solo pierden ellos?

El retorno de inversión entre empresa y empleado ha de ser bidireccional siempre

Una empresa gana dinero con el trabajo que desempeña un empleado, a su vez, el empleado gana experiencia, aprendizaje, conocimiento y dinero a través de esa empresa, pero según el uso que él elija hacer de ella.

Cuando un empleado no usa la empresa ni para su propio interés, el único retorno de inversión que recibe es el económico, pero es un beneficio que con el tiempo se estanca o incluso disminuye, porque estas personas no crecen, no mejoran, no se superan cuando otros si. Hay personas capaces de extraer algo incluso en un entorno dantesco, a lo mejor algo tan sencillo como verle el lado bueno a vivir esa experiencia para detectar situaciones similares en el futuro, que quizá desea evitar o incluso lidiar.

Hacer cada vez menos, nos hace menos útiles y al final, nadie pagará por nuestros servicios.

Quien no siembra, no recoge.

Y hoy, ¿cómo deseas afrontar tu trabajo y el que haces para/por ti y tus compañeros?

7 pensamientos

  1. Estoy totalmente de acuerdo con la etiqueta que has utilizado para los «increíblemente inteligentes», esos que creen saberlo todo; he trabajado con personas así en muchas ocasiones; personas que inconscientemente renuncian a aprender o a compartir experiencias a cambio de tener razón. Aunque también he tenido (y tengo) la suerte de trabajar con otro tipo de individuos que sí son increíblemente inteligentes, además de increíblemente buenos en su trabajo y que «curiosamente» siempre están abiertos a las opiniones de otros para seguir mejorando las suyas.

    Cada persona que forma parte de un ecosistema empresarial tiene que ser consciente de que la zona de confort es un hermoso lugar donde nunca crece nada. Para salir de esta zona debemos cuestionarnos a nosotros mismos, esto es una parte fundamental de la autoformación… sin esto el crecimiento profesional es mucho más lento o, en algunos casos, inexistente. Yo soy de los que piensa que el #kaizen (o “mejora continua”) cada vez es menos una metodología y más una filosofía de vida.

    Tampoco creo que la responsabilidad sea únicamente del individuo, existe una responsabilidad colectiva. La empresa tiene que generar un ecosistema y crear los espacios necesarios para intentar que «todos siembren y todos recojan». La empresa debe proteger células más talentosas, motivar a las que a veces pierden el ritmo y dejar en libertad aquellas que como tu bien dices «han decidido cerrarse las puertas a si mismos».

    Un saludo y enhorabuena por tu blog.

    1. Gracias por tu aporte Óscar. Yo también opino que la mejora continua es una filosofía de vida y empieza por cuestionarnos a nosotros mismo y dejar que otros lo hagan.

      Me alegra que te haya gustado el artículo.

  2. Excelente reflexión, rescato lo que un gran compañero y amigo me dijo hace unos días:
    …voy a tener que venir a la oficina con una camiseta que ponga «Yo he venido hoy a currar… que nadie se ofenda»

    El caso es que este tipo de actitud no solo perjudica al interesado, sino que enrarece los ecosistemas colaborativos hasta hacerlos irrespirables, y pueden influir negativamente en la creatividad y disposición de otros compañeros.

  3. Muy interesante 🙂 He llegado a tu blog, gracias a Óscar Carbajo y desde luego que encantada de hacer más de una parada a leerte. Estoy de acuerdo con tu reflexión Vanesa, creo que es negativo para uno mismo y para los demás, trabajar en un ambiente en el que predomina la filosofía del mínimo esfuerzo pero tampoco considero que sea positivo, ambientes en los que predomina la filosofía del máximo esfuerzo. Para mi, las personas que brillan y hacen brillar, son las que saben focalizar los esfuerzos y por tanto, saben cuando trabajar «lo justo» y trabajar «justamente» ¿Qué os parece?
    Nos vemos!

  4. Gracia por tus palabras Emma. Respecto tu comentario me parece lo ideal, hay que balancear, ya que un ritmo de máximo esfuerzo es difícil de mantener, básicamente por que somos humanos y nuestro estado es variable cada día. Además, si siempre haces un esfuerzo muy elevado, quizá el día que realmente haga falta aumentar el ritmo no puedas.
    Mi pregunta es, ¿qué medidas tomar cuando tenemos compañeros dedicados a lo ‘justo’ que impactan en el ambiente de todo un equipo?

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